Está quedando hermosa la obra de arte que estás construyendo con las piezas rotas del camino.
Para la que ha decidido refugiarse en su paz interior, mientras afuera llueven neumáticos:
Respira, consciente y despacio.
Sonríe con la ternura e ingenuidad de una niña segura en el regazo de su madre.
Regálate un abrazo largo, apretadito, cargado de cariño y comprensión.
Si por casualidad un nudo de garganta toca dulcemente a tu puerta, no lo resistas. Recíbelo con gratitud; llega para acompañarte, para recordarte que haces mucho más que el crédito que te das a ti misma. Las lágrimas son parabrisas del alma: aligeran la carga y alumbran el camino.
Baila bolero con tu respiración. Conecta contigo, con la magia de este preciso instante, con esa voz interior que te ama, te comprende y te ancla. Relaja esa carita fruncida, pinta una luna creciente en tus labios. Siente como tu cuerpo te lo agradece, cobijándote de armonía y plenitud.
Háblate bonito, habla bien de tí. Recuerda las pruebas superadas en el anonimato, los caminos transitados, la fidelidad de Dios, su compañia constante, las cenizas transformadas en flores. Nunca estás sola. Dios siempre está contigo.
Mientras pasa el temporal, refúgiate en tu paz interior:
Respira, consciente y despacio.
Sonríe con la ternura e ingenuidad de una niña segura en el regazo de su madre.
Regálate un abrazo largo, apretadito, cargado de cariño y comprensión.
Amor y Gracia
Sandy